5 jun 2010

LAS ALGAS Y LA BIODIVERSIDAD

Las algas poseen una diversidad mayor que muchos grupos de plantas terrestres o de grupos de animales. Sin embargo, el papel que desempeñan en el mantenimiento y funcionamiento global de los ecosistemas se subestima y a veces hasta es sujeto de polémicas.

El concepto de biodiversidad aplicado a las algas comenzó a analizarse en la Reunión Internacional sobre Biodiversidad, celebrada en septiembre de 1994 durante la Asamblea General de la Unión Internacional de Ciencias Biológicas de la UNESCO. Hasta hace algunos años se pensaba que de todas las especies de animales y plantas descritas en el mundo únicamente 15% habitaban en el océano, pero algunos estudios recientes indican que los océanos albergan casi el doble de taxa que los que existen en el medio terrestre.

Se cree que la edad geológica de las algas verdeazules es poco más o menos 3 550 millones de años, a diferencia de los 400 millones de años que tienen las plantas terrestres. Además de que conviene recordar que fue el oxígeno generado por la fotosíntesis de las algas verdeazules, y posteriormente por las algas eucariotas, más desarrolladas, el que formó nuestra atmósfera. Actualmente, las algas realizan cerca de 50% de la fotosíntesis del planeta, lo que las ubica en una posición crucial para el mantenimiento de la vida en la Tierra.

Este grupo tan heterogéneo de organismos se divide a su vez en más de una docena de grupos, división basada principalmente en su composición pigmentaria, sus materiales de reserva y una gran variedad de detalles estructurales. Su diversidad se cifra no sólo en su forma de crecimiento o de alimentación y en su dependencia o no de la luz solar, sino hasta en sus diferencias estructurales, ya que existen tanto algas microscópicas unicelulares, como algas filamentosas o laminares, además de complejas estructuras multicelulares como las de las algas pardas, que pueden llegar a medir más de 20 metros de longitud.

La diversidad de las algas también está dada por su bioquímica y fisiología, además de por la organización de su material genético que se refleja tanto en las algas verde-azules, llamadas procariotas, que son más simples y están relacionadas con las bacterias, como en el resto de las especies de algas, llamadas eucariotas. Esta diversidad genética y fenotípica se manifiesta más claramente en su diversidad ecológica, que es la que determina su distribución en la biosfera, ya que existen especies dulceacuícolas, marinas y de ambientes intermedios, como lagunas costeras, o extremosos como los hielos polares, incluyendo las asociaciones con otros organismos, como en el caso de los líquenes.

Quizás sea una combinación de esta variabilidad genética lo que las hace metabólicamente diversas, pues producen gran cantidad de compuestos bioquímicos, pigmentos y compuestos bioactivos que resultan a veces útiles para el hombre, como los ácidos grasos poliinsaturados del tipo omega-3. También pueden contener compuestos bioactivos tóxicos, como el ácido okadaico que produce envenenamiento en el hombre.

A la pregunta de cuántas especies de algas existen, parece no haber todavía respuesta, ya que este grupo de organismos está virtualmente inexplorado. De acuerdo con un análisis reciente, las 36 000 especies de algas conocidas apenas representan 17% de las especies que existen actualmente, lo que indica que el número total de especies de algas que existen en el mundo debe superar las 200 000. El conocimiento taxonómico de estos organismos en los distintos biotopos del planeta dependerá del esfuerzo individual o colectivo que se realice en cada país, y a pesar de que la comunidad ficológica es pequeña si se compara con las de otras disciplinas, se están identificando nuevas especies de algas a razón de una por semana.

No obstante, existen problemas para clasificar algunas algas que podrían ser resueltos en el futuro en el caso de las algas microscópicas con ayuda de las nuevas técnicas moleculares, junto con el uso tradicional de la microscopia electrónica y en el caso de las algas macroscópicas mediante cultivos de laboratorio y los transplantes al mar de éstas para establecer los límites de su plasticidad fenotípica.

Son muchas las razones de que nos interesen las algas, ya que además de su papel fundamental en la producción del oxígeno atmosférico y su influencia en procesos globales como el cambio climático, todavía en debate, las algas son muy importantes en la fijación del bióxido de carbono del planeta mediante la fotosíntesis que se realiza en los océanos. En escala regional, su importancia ecológica se hace evidente cuando el exceso de nutrientes en cuerpos de agua costeros o continentales generan blooms de algas, es decir una reproducción simultánea y abundante de estos organismos. Por otra parte, conviene señalar que los tan apreciados arrecifes coralinos están compuestos por una gran cantidad de algas -hasta tres cuartas partes del tejido de un coral vivo son algas-, y que mucha de la productividad primaria generada por estos corales se debe a las algas, mientras que en las regiones costeras las macroalgas son un componente ecológico vital para el desarrollo de comunidades de invertebrados al servirles de refugio y alimento, y cuya repercusión se observa en las pesquerías de otros organismos marinos como peces y moluscos.

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